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La ataca un pueblo desde el norte,
que dejará su tierra desolada,
sin nadie que pueda habitarla,
pues lo mismo personas que animales
todos huirán en desbandada.
Aquellos días y en aquel momento
—oráculo del Señor—
llegarán juntos israelitas y judaítas,
irán llorando mientras caminan,
buscando al Señor, su Dios.
Preguntarán dónde está Sión,
dirigirán allá sus pasos:
“Vamos a unirnos al Señor
en una alianza eterna
que nunca sea olvidada”.

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